RESEÑA HISTÓRICA
El Arzobispo de Quito, Monseñor José Ignacio Ordóñez, como el Presidente de la República, señor Plácido Caamaño, gestionaron ante el mismo Don Bosco la venida de los Salesianos al Ecuador. El santo fundador accedió a tal pedido y envió ocho salesianos, los cuales llegaron a Quito el 28 de enero de 1888.
Enseguida se hicieron cargo del Protectorado Católico y abrieron los talleres de mecánica, electricidad, sastrería, zapatería, carpintería e imprenta con servicio de encuadernación. La Obra Salesiana creció extraordinariamente en pocos años, no sólo con las aperturas de las casas en Sangolquí, Riobamba, Cuenca y Gualaquiza, sino con numerosas vocaciones religiosas para el instituto.
En 1895 el gobierno liberal del general Eloy Alfaro incautó las Obras Salesianas y desterró a los salesianos al Perú. El hermano Salesiano don Jacinto Pankeri, antes del destierro, proyectaba dar luz eléctrica a la ciudad de Quito, mediante la construcción de una pequeña central hidráulica, aprovechando las aguas del río Machángara, al recorrer y señalar los sitios estratégicos de la hidráulica y de la posible central de distribución eléctrica, señalo un lugar preciso en las faldas del Itchimbía. Entonces el señor Pankeri se propuso abrir un gran túnel por debajo de la colina, que más tarde construyó, este proyecto fue presentado a su Superior, al municipio y al mismo gobierno, y todos lo aprobaron unánimemente.
El Padre Luis Calcagno, a nombre de la Sociedad Salesiana, se apresuró a comprar un lote de terreno en el sitio La Tola.
Dijo a su Comunidad:
“Si no la utilizamos para la energía eléctrica, servirá más tarde para una nueva obra en la capital”.
Aquella semilla, untada con bendición de la Virgen Auxiliadora, sembrada en el Itchimbía, produjo abundantes frutos, dando lugar a nuestra noble institución.